Ganadores


Ganador “Chao Jefe”

La pregunta daba vueltas una y otra vez en la cabeza de Ariol en el último tiempo: ¿cómo hacer para ayudar a su familia en Cuba mientras él estaba en Chile? Cada fin de mes y durante cuatro años y medio, sin faltar nunca, este mecánico de autos enviaba un aporte para los suyos a la isla caribeña. El permanecía aquí junto a su esposa, su hija Talía de 12 años, y su hijo chileno, Adanier de año y medio.
Ariol Gómez era optimista y prefería pensar que de alguna parte le llegarían los recursos necesarios. Es un hombre de fe y le pidió a Dios con toda su creencia espiritual que le ayudara.
Fue así como este cubano de 45 años comenzó a jugar KINO, con ese sueño, con el objetivo de ayudar a sus papás, a la familia grande en Cuba, para incluso lograr -algún día- traerlos a Chile. "El dinero no nos daba para ir, yo les enviaba un dinerito para comida, pero no alcanzaba", confiesa. En esta oportunidad jugó durante cinco sorteos seguidos, y en todas estas ocasiones, sacaba 10 puntos y 600 pesos
de premio. Algo le decía que de pronto podía llegar un premio mayor. Fue lo que finalmente sucedió ahora en marzo cuando compró un nuevo cartón KINO en un supermercado mayorista. "Tuve la corazonada", dice.
Cuando lo revisó al día siguiente estaba almorzando con su familia y su esposa le dice: "papi, nos sacamos el premio", él no le creyó ya que se estaba yendo a su otro trabajo, de guardia al lado de su casa, pero ella le insistió mostrándole la buena noticia. "Ahí nos abrazamos todos y nos pusimos a llorar", indica, agregando que tuvo que ir al médico porque se le inflamó el colon, "fue muy grande la emoción y bajé como tres kilos". Era el impacto de ganar los 2 millones de Chao Jefe de KINO por 50 años heredable.
El premio para él es "una gracia de Dios, se nos abren los caminos. La hemos pasado mal. Vamos a sacar los pasajes al tiro para ir a
ver a la familia y ver si la traemos para acá".
Hoy Ariol tiene motivos de sobra para estar contento y poder dejar atrás algunos malos recuerdos, como cuando vivió un año y medio en Brasil (en Boa Vista), donde tuvo que vender plátanos maduros en los semáforos para poder alimentar a su familia. "Nunca robar, nada ilícito", señala el feliz ganador de Chao Jefe, quien hoy realiza diversos oficios según la ocasión, como guardia, soldador, chofer y carpintero.